“Lo único que sé hacer y que me salva económicamente en este momento, es pelear acá”. Así de contundente fue Miguel Amargós con respecto a su nuevo rol en el universo del karate. El tucumano se convertirá en uno de los peleadores de Karate Combat, la liga profesional que se hará por segundo año. Si bien Amargós comenzará a combatir en 2019 para la franquicia, desde que empezó a gestarse, hace dos años, el campeón Panamericano en Toronto 2015 estaba en la mira.
“En 2017, mandaron contratos a los 10 primeros del ranking mundial”, recordó. El muchacho de Villa Alem apareció en la página oficial de la liga y surgió la incompatibilidad. “La Federación Argentina me llamó la atención porque un atleta con chances olímpicas no podía estar tan expuesto”, contó.
La apreciación de las autoridades del karate nacional fue correcta: el estilo de Karate Combat es de contacto pleno. Los combates, además, son más largos y hay un porcentaje más elevado de sufrir lesiones. Pero en los últimos meses la situación cambió. Amargós, que remarcó tener “sólo palabras de agradecimiento con la Federación Argentina”, tuvo que optar.
La política de ajuste económico llegó al deporte argentino con reducción y hasta quita total de las becas. También el polémico proyecto de trasladar el Cenard, el hogar en Buenos Aires para los deportistas del interior, generó incertidumbre.
“No me quedó otra opción que elegir este camino para poder ganarme la vida. Por el karate no pude seguir estudiando en la universidad. No sé lo que es un martillo o un clavo, no sé lo que es trabajar”, reconoció el karateca. “Y soy vago para eso. Soy sincero: siempre me gané la vida peleando y voy a tratar de que siga siendo así. La bolsa que pagan es bastante alta y para mí, es una oportunidad de cambiar mi vida”, afirmó.
“Tengo un hijo de 10 años, al cual tengo que alimentar”, comentó el ganador del premio LA GACETA al mejor deportista en 2015. En aquel año, Aquiles tenía seis años; su papá, en julio, ganaba la medalla de oro Panamericana. Minutos después de la conquista Amargós, con la voz entrecortada y haciendo fuerza para frenar una lágrima, reconocía que la emoción era porque no compartió el cumpleaños del pequeño y tampoco el “Día del Padre” por estar preparándose para la competencia.
“Metiendo un nocaut ganaría más plata de lo que gané en toda mi vida como amateur”, es el cálculo que hace Amargós. Karate Combat paga por presentación 5.000 dólares, un bonus de 15.000 por nocaut. Además hay varios miles de dólares extras por noche, a la mejor pelea o al mejor nocaut.
Así como brindarle una seguridad económica a su hijo es un anhelo que cumplirá, otro quedará pendiente, porque Amargós no competirá en los Juegos Olímpicos de Tokio 2020. “Me va a molestar verlos desde afuera. Uno toma distintos caminos y esta puerta que se me abrió, es bastante tentadora. Van a quedar pendientes los Juegos Olímpicos para 2024”, explicó.
Una liga para promocionar
Desde que en 2016 el karate fue aprobado para formar parte del programa olímpico de Tokio 2020, la promoción del arte marcial creció. Según la página oficial de Karate Combat, la liga profesional de contacto pleno se creó para “elevar y promover el karate en todo el mundo”.
Con esa premisa es que se convocó a más de 100 karatecas, considerados los mejores del mundo, que representan a 30 países. La difusión y la transmisión de los combates se realizan por internet (www.karate.com), aunque no se descarta que en un futuro las cadenas deportivas del mundo también sirvan como plataforma al mejor estilo del exitoso UFC de artes marciales mixtas. Además, los espectadores pueden acceder al contenido de la liga a través de las aplicaciones móviles iOS y Android.
Segundo año con más del doble de peleas
Las locaciones están confirmadas, pero sólo se sabe la fecha de la primera pelea del año: se transmitirá en vivo desde Hollywood, California, el 24 de enero. Karate Combat tuvo éxito con sus primeros cuatro eventos en 2018 y este año concretaría un total de 10.
La liga profesional llegará a Kioto, Shanghai, Río de Janeiro, Nueva York, Miami, París; algunas de las ciudades, Italia y Letonia, más países que se sumarán. “Nuestra combinación de acción intensa, de contacto total y respeto por las virtudes de las artes marciales tradicionales está resonando por todas partes”, dijo Michael DePietro, CEO de Karate Combat a través de un comunicado de prensa oficial.
Buscando nuevas herramientas
Las peleas de Karate Combat son a tres rounds, de tres minutos, con uno de descanso. Muy distinto a los tres minutos de lucha en el karate tradicional. Por ello, Amargós deberá dosificar el oxígeno. “La oxigenación no es la misma. Dentro de poco, empezaré a testear cómo me siento peleando de esa manera para planificar y avisarle a la franquicia en qué época sería mi tope para competir”, explicó. Como el contacto es pleno, Amargós intenta incorporar nuevas herramientas a su estilo. Por ello no entrena con karatecas, sino que combina con boxeadores, luchadores de MMA y también de jiu jitsu. “Estoy curtiéndome. De pegar, pego, pero estoy tratando de ganar tolerancia al dolor”, explicó. “Lo que me caracterizó, siempre, es la pegada. El último año, lamentablemente, me expulsaron de varios torneos por exceso de contacto. Creo que por eso me llamaron: vieron pólvora”, dijo entre risas.